Tenemos tendencia a que nos guste mucho más la seguridad de lo conocido que la incertidumbre de lo desconocido. Cuando pensamos en cambio, lo hacemos en términos de perdida, y no vemos la oportunidad de obtener cosas nuevas y positivas que el cambio nos puede aportar.

Pero la vida de manera habitual nos hace enfrentarnos con cambios de manera continua y necesitamos estar preparados para ello. Y aunque muchos de nosotros intentamos permanecer sin ser afectados por los cambios a lo largo de nuestras vidas, al final, en el largo plazo no es posible escaparse de ellos.

No todas las personas tienen aversión a los cambios y podemos encontrar en nuestras organizaciones muchas personas que están esperando a que sus líderes tomen las iniciativas para cambiar. Recuerdo muy bien cuando dirigí uno de los líderes en España de la industria química para los profesionales de la construcción y la construcción. Incluso podría poner más de un ejemplo. La compañía había intentado en varias ocasiones implantar un cambio en el ERP. En aquel momento, preparamos junto al equipo de sistemas de información de la Central un proceso de cambio muy cuidadoso y detallado. Sabía que era ambicioso para aquella cultura de la organización, pero estábamos muy seguros de que podríamos alcanzar nuestro objetivo. Aquella cultura tan arraigada durante tantos años junto a unos empleados anclados en su zona de confort no permitió hacer los cambios que se habían planificado.

¿Cuántas razones escondidas detrás de aquello?

Solamente los empleados que se habían incorporado a la compañía recientemente estaban entusiasmados con abordar un proceso de cambio, incluso poniendo en juego sus status.

Hay diferentes concepciones sobre como las personas aceptan el cambio. Tal Ben Sahar, escritor y profesor, experto en Psicología Positiva, dice que el ser humano basa sus pensamientos en sus creencias y expectativas. Crean la necesaria motivación para aceptar los cambios. Algunas veces no hay la suficiente consistencia entre nuestras creencias y la realidad. A nuestra mente no le gusta cuando se produce una inconsistencia entre nuestros pensamientos internos y la realidad externa.

Cuando esta consistencia existe hace que nuestro desempeño sea excelente. Escuchamos, somos curiosos, somos colaborativos y estamos abiertos a nuevas ideas y cambios.

Pero en el caso de que la consistencia se pierda, intentamos recuperarla. Por ejemplo, si consideramos que alguien no nos gusta, pero vemos que se comporta de una forma que nos gusta, podemos cambiar nuestra opinión y por tanto nuestra forma de pensar. A esto se le llama “actualizar nuestra mente”. Este cambio no sucede muy frecuentemente. Tenemos una segunda opción llamada “descartar información”. Algunas veces, aunque podemos ver las cosas de manera diferente a como las pensábamos, lo ignoramos. Una tercera opción es llamada “buscar la confirmación de la evidencia”. Intentamos encontrar la información necesaria que nos permita probar lo que creemos y también descartar la información que nos podría ayudar a actualizar nuestra mente.

A menudo caemos en la trampa de descartar, ignorar, o activamente buscar la confirmación de la evidencia. Pero todavía tenemos una última opción que es la de crear una nueva realidad. La realidad comprende dos percepciones; la objetiva (lo que está ahí fuera) y la subjetiva (nuestra propia interpretación). Nuestra interpretación es muy importante en como nosotros percibimos e interpretamos el mundo.

Dependerá de nuestras creencias el cómo aceptamos los cambios. Dependerá de si nuestras creencias son positivas o pensamos que las cosas no van a ir bien, el cómo va a ser nuestro desempeño. Será muy diferente en un caso y en el otro.

Entradas recomendadas